lunes, 31 de diciembre de 2007

Boletín 7

De qué sirve

De qué sirve esta ciudad llena de plazas y alamedas
si en el transcurso de mis días en esta ciudad
mis pensamientos vuelan solitarios
porque tú ya no me esperas.

De qué sirve tanto paisaje verde bajo este cielo azul
sin ti a mi lado.
De qué sirve la luna llena en una noche propicia para los amantes,
si en la inmensa oscuridad de esta ciudad, no hay quien me quiera.

De qué sirve la palabra amor si la multitud no ve la fiesta de colores
que nos ofrecen los pájaros,
no ve el albor inmaculado de las garzas a las orillas del río
ni la sonrisa espontánea de la alegría.

De qué sirve mirar a los demás con desamor,
con la sola expectativa de un momento de deleite amoroso.
De que sirven dos soledades abarrotadas de realizaciones individuales.

De qué sirve...

Año Nuevo al pie del Misti

Ya se avecina el nuevo año y todos corren por las calles, algunos aún buscan en los mercadillos y claro, otros en la nueva Saga Falabella— la sensación de la ciudad, la ropa interior de color amarillo para usarla o para darla de regalo a algún ser querido, pudiendo este ser un amigo, una amiga, una esposa, o el esposo que tiene vergüenza de ir a buscar la vestimenta, como manda la costumbre para recibir el nuevo año que está por llegar. No será sorpresa para cualquier forastero que viene a pasar las fiestas en la ciudad que en esta noche, se encuentre con un calzón amarillo en su afán de conocer el encanto de las bellas chacareras.

Doña Zoila ya está preparando el azafate con la pierna de chancho acompañada de algunas papas y camotes, así como la rica ensalada de manzana verde y apio, receta que se la dio doña Emperatriz.

¡Qué ricura! ¡A ver si me guardan un poco, pasaré después de las doce! — grita Jorgito, desde la calle.

Aquí va la receta de Doña Emperatriz que se la pasa a todas las vecinas y aún en los trópicos brasileños causa sensación:

Ensalada de Apio
- Apio
- Manzana verde
- Pasas negras
- Limón
- Mayonesa

Remoje las pasas en una taza de agua de té, también pueden hacerse en vino dulce. Escurra y seque.
Pique el apio y póngalo en agua fría por 1/2 hora. Escúrralo.
Pele y pique la manzana. Échele un poco de zumo de limón para que no se ponga oscura.
Junte todo con la mayonesa. Añada un poco de sal también puede añadir pimienta negra al gusto.

Cuando doña Zoila termina; Dany le dice que irá a la Feria del Altiplano a comprar las flores amarillas y los racimos de trigo para adornar la mesa.
- Hija, no te olvides de comprar un racimo de flores del campo para el baño de más tarde – le dice Zoila.
- Está bien, mamá.

Las hijas de doña Charo igualmente se preparan para el año nuevo, limpiando la casa y juntando la ropa vieja para quemarla a la noche en la frentera de la casa como los demás vecinos. Del mismo modo, ya dejaron la maletita a la mano, para empezar a correr con ella e ir a dar una vuelta a la manzana, como lo hace la mayoría, sí, es una costumbre antigua, dicen que es para que se viaje todo el año. Sea verdad o una superstición más del pueblo, hace algunos años corrí toda la vuelta a la manzana y ese mismo año, partí hacia el otro lado del continente.

Después de que Nelva, Luz y Beatriz terminaron de limpiar la casa, colocaron un limón en cada esquina de la casa, limones que botarán a la basura en la mañana del próximo año.
Carlos que viene del valle a pasar las fiestas a la ciudad, trayendo el vino añejo de la cosecha anterior y no dejó de guardar en sus bolsillos las pequeñas alforjas con arroz, trigo y lenteja, para que el nuevo año sea un año próspero y abundante.

Lizeth le dice a su madre que no se olvide de las uvas, a la medianoche, ambas deberán comer doce uvas, una por cada mes y pedir un deseo por cada uva.

Es así como en la bella ciudad blanca a las faldas del Misti, el cual se verá iluminado por las luces de cohetes, castillos y otros fuegos artificiales que serán reventados a la medianoche, se despide un año más, con la esperanza de un año mejor y siguiendo las costumbres chacareras.




























domingo, 19 de agosto de 2007

Boletín 6


Tristitia
(Abraham Valdelomar Pinto, 1888-1919)

Mi infancia que fue dulce, serena, triste y sola
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañar doloroso de una vieja campana.

Háblame el mar la nota de su melancolía;
el cielo, la serena quietud de su belleza,
los besos de mi madre una dulce alegría
y la muerte del sol una vaga tristeza.

En la mañana azul, al despertar, sentía
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado del mar.

Lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;
mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar...


Entre santas y brujas

Además del culto al Cristo Crucificado de Luren y al Cristo de la Agonía en Pisco, los iqueños otorgan su fe a dos veneradas mujeres piadosas: la Beatita de Humay en Pisco y la Melchorita, en Chincha.

Luisa de la Torre y Rojas (1819-1869), conocida como la Beatita de Humay, su tierra natal, tuvo una vida virtuosa que, de acuerdo a la fe popular, le permitió realizar curaciones milagrosas. Su pueblo, del que nunca se apartó, es hoy lugar de peregrinación.

En Grocio Prado (Chincha) nació Melchora Saravia Tasayco (1897-1951), llamada Melchorita. Fue terciaria franciscana de gran amor por los desvalidos y severa vida ascética. La ermita en que recibía a los necesitados y su tumba en el Cementerio General de Chincha son muy visitados por sus devotos.

También es motivo de oraciones el franciscano Ramón Rojas, recordado como el Padre Guatemala. Fue un fraile guatemalteco que predicó en Pisco, Ica, Palpa y Nasca hacia 1830 y que según la creencia popular hizo brotar agua en el desierto, en un lugar conocido como Pozo Santo o Pozo del Padre Guatemala, que hoy ya está seco.

Desentona con este peregrinar virtuoso que numerosos viajeros se acerquen al Cementerio General de Pisco a ver la tumba de Sara Ellen (1872-1913), viajera inglesa que murió a bordo de un barco, enferma de fiebre amarilla. En torno a la muerte de esta mujer se ha formado una leyenda que le atribuye absurdos poderes diabólicos. En 1993 muchos esperaban su resurrección convertida en vampiro. Al no ocurrir tan vano prodigio, visitar la tumba de esta difunta ha pasado a ser parte del folclor local.

Beatita de Humay, Pisco

Melchorita, Chincha

Padre Guatemala, Ica

Cementerio General de Pisco, tumba de Sara Ellen (1872-1913)


Bellezas de Ica












sábado, 4 de agosto de 2007

Boletín 5


El dolor
(Beatriz Linares, 1951)

Qué puedo hacer contigo,
que partiste mi vida,
quebraste mi vida
y heriste mi corazón.

Cuánta pena tengo
que no me deja vivir en paz,
todo fue por amarte
ya que tú era el amor imposible.

Tú no mereces amarte tanto,
tienes un corazón traicionero
y gozas con el dolor ajeno
y te ríes de la gente y el amor.

Cuánto quisiera estar lejos
y no verte más.
Tu recuerdo mata mi alma
al no poder olvidarte.

Que lejos te encuentras
y a la vez, cerca de mí.
Cariño malo, qué dolor
por tu traición.

Tú mataste el inmenso amor
que sentía por ti
que triste es renunciar
al amor sin decir adiós.


«Ari quipay»

Arequipa, es la segunda ciudad más grande del Perú, ubicada a 1,024 Km. (640 millas) al sur de Lima. Fue fundada en 1540 y es una de las ciudades más atractivas del país. Con numerosas iglesias coloniales y mansiones, incluyendo al Convento de Santa Catalina, fundado en 1579 y abierto al público en general luego de 400 años de claustro. Arequipa es conocida como la Ciudad Blanca debido a sus muchas edificaciones hechas de una piedra de sillar blanco que es arrojada por el Volcán Misti. Tres volcanes dominan la escenografía: Misti, Chachani y Pichu Pichu.

Al norte de Arequipa se encuentra el espectacular Valle del Colca, un pintoresco valle andino con pequeños pueblos fundados en la época de la Colonia, que alberga a unos de los cañones más profundos del mundo, el Cañón del Colca (3,400 mts.) y hogar del majestuoso cóndor.


Añoranzas de mi tierra













jueves, 25 de enero de 2007

Boletín 4

EPÍSTOLA A LOS TRANSEÚNTES
(Cesar Vallejo, 1892-1937)

REANUDO mi día de conejo
mi noche de elefante en descanso.

Y, entre mi, digo:
ésta es mi inmensidad en bruto, a cántaros
éste es mi grato peso,
que me buscará abajo para pájaro
éste es mi brazo
que por su cuenta rehusó ser ala,
éstas son mis sagradas escrituras,
éstos mis alarmados campeñones.

Lúgubre isla me alumbrará continental,
mientras el capitolio se apoye en mi íntimo derrumbe
y la asamblea en lanzas clausure mi desfile.

Pero cuando yo muera
de vida y no de tiempo,
cuando lleguen a dos mis dos maletas,
éste ha de ser mi estómago en que cupo mi lámpara en pedazos,
ésta aquella cabeza que expió los tormentos del círculo en mis pasos,
éstos esos gusanos que el corazón contó por unidades,
éste ha de ser mi cuerpo solidario
por el que vela el alma individual; éste ha de ser
mi hombligo en que maté mis piojos natos,
ésta mi cosa cosa, mi cosa tremebunda.

En tanto, convulsiva, ásperamente
convalece mi freno,
sufriendo como sufro del lenguaje directo del león;
y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo,
convalesco yo mismo, sonriendo de mis labios.



¿Vale la pena aventurarse?

Sí, vale la pena; eran las diez de la noche y aún no había decidido donde iba a esperar el año venidero; la propuesta, un viaje, ¿Adónde ir? Días antes de la víspera no pude ver nada sobre el viaje ya que la correría de fin de año me mantuvo muy ocupado, pero estaba seguro de que iría a algún lugar, quería salir de la metrópoli para descansar un poco, tal vez caminar un poco bajo el sol, en la arena y apreciar los bellos paisajes paradisíacos de la costa brasileña me descansarían, pero, ¿A dónde ir? Decidí invitar a un viejo amigo a este viaje sin rumbo.

Salí casi a la medianoche rumbo al Terminal de Autobuses sin un destino determinado, una aventura sería lo mejor para salir de la monotonía del ajetreo cotidiano.

–Autobús con destino a Ubatuba con horario de embarque para las doce y media de la noche.

No había nada mejor que esta alternativa, ya conocía este pequeño y exuberante balneario, valía la pena volver allá.

Compramos los pasajes y esperamos en la sala de embarque hasta que el autobús llegó. En el autobús y sin sueño, lo primero en que pensé fue en empezar a leer el libro que había comprado días atrás. El camino se hizo corto gracias a la lectura y al poco tránsito por el horario. Llegamos a la ciudad muy temprano, mejor dicho de madrugada, encontré un lugar para comer un pan con mantequilla y tomar una taza de chocolate, era lo suficiente para empezar el día.

Ahora venía lo mejor, o peor, buscar un lugar para pasar los siguientes días, todo debía estar lleno por ser época de veraneo y vísperas de Año Nuevo.

Anduvimos mucho, preguntamos hasta el cansancio y nada favorable aparecía, el cansancio de la noche de viaje empezaba a notarse en mis ojos y en mis pasos lentos y cansados. Mientras hacía un último intento, tocando la puerta de una señora, mi amigo me llamó porque había encontrado una posada, si eso se puede llamar una posada, un lugar sencillo, sencillísimo, diría yo, pero que al menos nos permitiría pasar los días de descanso programados, bañarse y tener un lugar para la corta estadía en la ciudad, por lo menos, era mejor que tomar las maletas y volver, frustrados, a la gran metrópoli.

Todo indicaba que sería una gran paseo y así fue, después de unas buenas horas de sueño, empezó la aventura; quería hacer de mi viaje una hazaña, y por si fuera poco, como guía de turismo ya que mi amigo nunca había visitado la ciudad. Fuimos a una playa paradisíaca, claro, tuvimos que andar mucho como buenos «mochileros», esto hacía parte de la aventura y aunque quisiéramos usar los medios de transportes, era mejor no hacerlo; la pequeña flota de 18 autobuses que atiende a la ciudad, no ayudaba mucho, así que era mejor andar que esperar en la carretera, el cansancio de la espera sería peor.

Llegué a la playa y lo primero que hice fue apreciar el paisaje, luego no acomodamos y pedimos algunos aperitivos como camarones y claro, unas cervezas, el calor las pedía.
Fueron días de playa, paseos por la ciudad en las noches, restaurantes lujosos, sí claro, porque como nos hospedamos en un lugar mucho más sencillo de lo imaginado, pude darme algunos lujos, mucha comida, paseos turísticos y también fui a un centro de protección de tortugas marinas que realiza un trabajo muy laudable, ya que estos exóticos animales, hace algunos años atrás eran cazados para aprovecharse su carne, comer sus huevos, hacer peines y armazones de anteojos. Claro que además de admirar todo esto pudimos apreciar las bellezas brasileñas, aún me pregunto si es por esto que ellos dicen que Dios es brasileño.

Los días pasaron y llegó la noche de la verbena de fin de año, fue muy buena, siguiendo la tradición del país, fui hasta la playa donde reventarían los fuegos artificiales y una orquesta sinfónica a orillas de la playa daría la bienvenida al año nuevo.

Al día siguiente después de una buena juerga de verano, dormí hasta el mediodía, para después alistar las maletas para el regreso; ya me había hecho la idea de que habría mucho tránsito al regreso y por eso pensé que la lectura de mi nuevo e interesante libro amenizaría el tedio del largo viaje, pero lo que nunca me imaginé es que 4 horas normales de viaje se trasformarían en 11 horas de viaje. En ese momento pensé que no hay mejor hábito que el de la lectura.

Valió la pena la aventura.