Porque/Por que/Porqué/Por qué
Hay algunos casos de ortografía que nos parecen sencillos y que hacen parte de nuestro cotidiano pero a la hora de su uso, no sabemos cuál es el uso correcto, por eso, a continuación veremos el caso del «porque».
POR QUÉ: Se escribe separado y con tilde en las oraciones interrogativas y exclamativas. Está formada por preposición* y pronombre relativo**:
- ¿Por qué tanto dolor?
- ¿Por qué no cambiamos el mundo?
- ¡Por qué tanta miseria!
- ¡Por qué demasiada ingratitud!
PORQUÉ: Se escribe junto y con tilde cuando funciona como sustantivo. Admite un artículo delante.
- No sé el porqué de la miseria.
- Sabrás el porqué de mi actitud.
POR QUE: Se escribe separado y sin tilde cuando adquiere el significado de «para que».
- Ruego por que seas leal.
- Trabajo por que seas feliz.
PORQUE: Se escribe junto y sin tilde cuando es una conjunción***.
- Hablo porque tengo razón.
- Escribo porque me expansiono.
*preposición.
(Del lat. praepositĭo, -ōnis).
1. f. Gram. Palabra invariable que introduce elementos nominales u oraciones subordinadas sustantivas haciéndolos depender de alguna palabra anterior. Varias de ellas coinciden en su forma con prefijos.
**~ relativo.
1. m. Gram. El que desempeña una función en la oración a la que pertenece, inserta esta en una unidad superior y tiene un antecedente, expreso o implícito.
***conjunción.
(Del lat. coniunctĭo, -ōnis).
4. f. Gram. Palabra invariable que encabeza diversos tipos de oraciones subordinadas o que une vocablos o secuencias sintácticamente equivalentes.
¿Por qué?
EL TANGO
Jorge Luis Borges (1899-1986)
¿DÓNDE ESTARÁN? PREGUNTA la elegía
De quienes ya no son, como si hubiera
Una región en que el Ayer pudiera
Ser el Hoy, el Aún y el Todavía
¿Dónde estarán (repito) el malevaje
Que fundó en polvorientos callejones
De tierra o en perdidas poblaciones
La secta del cuchillo y del coraje?
¿Dónde estarán aquellos que pasaron,
Dejando a la epopeya un episodio,
Una fábula al tiempo, y que sin odio,
Lucro o pasión de amor se acuchillaron?
Lo busco en su leyenda, en la postrera
Brasa que, a modo de una vaga rosa,
Guarda algo de esa chusma valerosa
De los Corrales y de Balvanera.
¿Qué oscuros callejones o qué yermo
Del otro mundo habitará la dura
Sombra de aquel que era una sombra oscura,
Muraña, ese cuchillo de Palermo?
¿Y ese Iberra fatal (de quien los santos
Se apiaden) que en un puente de la vía,
Mató a su hermano el Ñato, que debía
Más muertes que él, y así igualó los tantos?
Una mitología de puñales
lentamente se anula en el olvido;
Una canción de gesta se ha perdido
En sórdidas noticias policiales.
Hay otra brasa, otra candente rosa
De la ceniza que los guarda enteros;
Ahí están los soberbios cuchilleros
Y el peso de la daga silenciosa.
Aunque la daga hostil o esa otra daga,
El tiempo, los perdieron en el fango,
Hoy, más allá del tiempo y de la aciaga
Muerte, esos muertos viven en el tango.
En la música están, en el cordaje
De la terca guitarra trabajosa,
Que trama en la milonga venturosa
La fiesta y la inocencia del coraje.
Gira en el hueco la amarilla rueda
De caballos y leones, y oigo el eco
De esos tangos de Arolas y de Greco
Que yo he visto bailar en la vereda,
En un instante que hoy emerge aislado,
Sin antes ni después, contra el olvido,
Y tiene el sabor de lo perdido,
De lo perdido y lo recuperado.
En los acordes hay antiguas cosas:
El otro patio y la entrevista parra.
(Detrás de las paredes recelosas
El Sur guarda un puñal y una guitarra.)
Esa ráfaga, el tango, esa diablura,
Los atareados años desafía;
Hecho de polvo y tiempo, el hombre dura
Menos que la liviana melodía,
Que sólo es tiempo. El tango crea un turbio
Pasado irreal que de algún modo es cierto,
El recuerdo imposible de haber muerto
Peleando, en una esquina del suburbio.